domingo, 6 de julio de 2008

CENSURA A LAS ESCRITORAS DE DIFERENTES CULTURAS


Meredith Tax*
(Texto discutido el 10 de junio en el Seminario Mujeres Escritura y Poder 2)

En El Poder de la Palabra definimos la censura como cualquier medio por el cual se evita que las ideas y obras de arte que expresan puntos de vista diferentes al de la ideología dominante lleguen a su público objetivo. Toda sociedad tiene algún grado de censura que se usa normalmente como un regulador social y de control. En una dictadura militar, la censura la ejercen los militares; en un sociedad de mercado fuerzas del mercado, aunque el Estado puede intervenir en casos excepcionales.

Los Estados Unidos y mi caso
En los Estados Unidos, la censura la hace principalmente el mercado. En los últimos veinte años las publicaciones se han globalizado, la mayoría de las editoras pertenecen a las grandes compañías transnacionales de medios. Cuando yo comencé a escribir había varias editoras de diferentes tamaños y tendencias; si tu libro no era aceptado por una, otra lo podía aceptar, y no esperaban que todos los libros fueran éxitos de venta. No todo lo que se publicó era bueno, pero era más fácil publicar textos y novelas radicales y, de vez en cuando poesía, porque no eran las personas con dinero quienes estaban a cargo de estas decisiones. Ahora las empresas editoras medianas casi no existen; con muy pocas excepciones se ven pequeñas editoras, para las cuales la marginalidad es el precio de su independencia, o enormes compañías que esperan los mismos márgenes de ganancia que otros medios subsidiados por los avisos publicitarios.

Entonces tenemos una censura a partir del mercado que excluye cualquier cosa que se considere marginal o radical, que no garantice un millón de dólares de utilidades. Pero también tenemos la censura popular por las campañas conservadoras. Cuando la gente habla de fundamentalismo, pareciera que se refieren al islamismo, pero hay muchos fundamentalistas cristianos y judíos e inclusive algunos budistas. Los más importantes en mi país son los fundamentalistas cristianos que son igualmente peligrosos para la democracia, la paz y la libertad de expresión como cualquier otro fundamentalista. Con el pretexto de proteger los “valores de la familia” la Coalición Cristiana ha tratado activamente de censurar la literatura para niños en los colegios y bibliotecas públicas concentrándose en libros que tengan personajes homosexuales o rebeldes y libros que hablen de magia porque ellos consideran que alientan el satanismo. Ha habido quemas públicas de Harry Potter. Como la mayoría de los libros para niños han sido escritos por mujeres, la mayoría de autores afectados han sido mujeres. La mayor parte de mis obras son para adultos, pero muchos años atrás yo escribí un libro ilustrado para niños que se llamó Familias. Lo escribí porque yo era una madre soltera y quería que los niños como mi hija pudieran ver reflejada sus propias vidas en la literatura. Por ello escribí un pequeño libro que mostrara, desde el punto de vista de los niños, la enorme diversidad en la conformación de las familias que encontramos entre las personas y los animales: perros, hormigas, gatos, pollos. Fue publicado por Little Brown en 1981 y se mantuvo en prensa por 12 años sin llamar ninguna atención especial. Algunos colegios lo usaron y en el condado de Fairfax, Virginia, se adoptó como libro de texto de para el primer grado, como parte un currículo que en los años superiores tocaba temas de educación sexual.

En 1994, la Coalición Cristiana se comenzó a organizar en el estado de Virginia buscando un pretexto. Ellos decidieron perseguir el libro como parte de su plan para cuestionar el currículo como educación sexual en su conjunto porque temían que se hablara del SIDA, el control de la natalidad y el homosexualismo. Una de las familias de mi libro eran dos mujeres con una hija que eran descritas como madre y madrina. La Coalición Cristiana afirmó que estaba promoviendo el lesbianismo. Aunque a muchos padres les gustaba mucho mi libro, no estaban muy bien organizados en ese momento y el Consejo de Escuelas decidió retirar mi libro de la lista de lectura. Habían 550 salones de primer año en el condado de Fairfax, por ello se compraban muchas copias cada año. Un año después que el libro fue censurado, mi editora, Little Brown – que no hizo nada para defender el libro o por lo menos mandar más libros a la zona para aprovechar la publicidad – me dijo que no seguirían publicando el libro porque no se vendían suficientes copias. Les dije que era por la campaña de censura y que estaba cediendo frente a la Coalición Cristiana. Ellos respondieron que no, que la censura no tenía nada que ver con esto, que ellos estaban preocupados con las cantidades mínimas vendidas.

Sin embargo mi historia tiene un final feliz. Después de que Little Brown me desechó, Families fue recuperado por Feminist Press, una editora independiente de mujeres de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, que no solo lo editó en edición popular por primera vez, si no que lo publicaron tanto en español como en inglés. Este ejemplo muestra la necesidad de sostener a estas instituciones feministas. En el clima actual en el que se incrementa la censura derechista y corporativa, esas instituciones muy bien podrían terminar siendo los únicos espacios en los que nuestras opiniones podrían ser escuchadas.

La Historia de Womens WORLD
Cuando nació Women´s WORLD, mi caso era uno entre muchos; en 1993 y 1994, hubo un resurgimiento de las campañas contras las escritoras como resultado del término de la guerra fría y el naciente fortalecimiento de los nacionalismos y fundamentalismos. Yo había comenzado a trabajar en los temas de género y censura antes, en 1986, cuando se realizó el Congreso Internacional del PEN (organización internacional de escritores) en Nueva York. Norman Mailer, un famoso escritor macho americano bastante viejo, era el presidente del Centro Americano del PEN en esa época. Él le informó a la prensa que este congreso reuniría “a los mejores escritores del mundo” y fue un evento muy bien cubierto por los medios con artículos en las portadas del New York Times todos los días. Pero “los mejores escritores del mundo” fueron los hombres blancos de Europa y Norteamérica. Los latinoamericanos más importantes eran Daniel Ortega, su mujer y Vargas Llosa. García Márquez fue invitado pero el gobierno no le dio la visa para ingresar al país. De aproximadamente 120 conferencistas sólo 13 eran mujeres.

Para las mujeres de Estados Unidos esto era como regresar a los años cincuenta. Nuestro movimiento de mujeres ya tenía 20 años y teníamos muchas escritoras. Por ello, Grace Paley y yo organizamos un almuerzo en el salón de fiestas del hotel del congreso; vinieron 200 personas, y ahí formulamos una petición y dimos una conferencia de prensa. Como respuesta Mailer le dijo a los reporteros que el PEN había invitado a más mujeres, pero que no habían podido asistir pero que, de todas formas, el congreso era para intelectuales, no escritores comunes y que difícilmente las mujeres eran intelectuales excepto Susan Sontag. En lugar de contradecirlo, Sontag dijo: “La Literatura no es un empleador de igualdad de oportunidad” (“Literature is not an equal opportunity employer.”) Después del congreso, organizamos el Comité de Mujeres del PEN en Estados Unidos. Grace y yo fuimos las primeras codirectoras. Si bien es cierto que hubo oposición al comienzo, nuestro comité organizó tan buenos eventos literarios con mucha asistencia que después de un año o dos la mayoría de la gente del PEN pensaba que éramos maravillosas. Algunas de nosotras fuimos elegidas al Concejo Directivo y yo fui elegida vice-presidenta y enviada al Congreso Internacional del PEN a Holanda. Me di cuenta que la situación de las escritoras en el PEN internacional era mucho peor de lo que había sido en los Estado Unidos e inicié un movimiento para organizar un comité internacional de mujeres escritoras. Nuevamente hubo oposición – la mayor parte provenía de los viejos conservadores franceses e ingleses que dirigían la organización y estaban principalmente interesados en viajar por el mundo a los congresos en hoteles elegantes. Pero nos impusimos y así, en 1991, se formó el Comité Internacional de Mujeres del PEN. Yo fui directora, pero fue muy difícil conseguir hacer algo por la fuerte oposición de los conservadores.

Esto era muy negativo porque se necesitaba mucho trabajo feminista alrededor del problema de la censura como se había constatado por varios casos de censura ocurridos en los años 1993 y 1994. Por ejemplo, en 1993, Svetlana Alexievich, una brillante historiadora oral bielorrusa arruinó la historia rusa contando lo que el ejército hacía en Afganistán y fue enjuiciada por difamar a los militares. En 1994, el periódico Zagreb acusó a “las cinco brujas croatas” de no ser lo suficientemente nacionalistas y fueron sometidas a un “juicio popular” que terminó con el exilio de tres de ellas. En 1994 y 1995, Taslima Nasrim cuyo libro Shame (Vergüenza) describía la persecución a la que era sometida la minoría hindú en Bangladesh, fue acusada por el gobierno de ofender las creencias religiosas de los musulmanes y amenazada de muerte por los políticos islámicos. Estuvo escondida y el PEN Internacional, incluyéndome, intervino para trasladarla a salvo a Suecia.

Las dificultades de trabajar en el PEN Internacional eventualmente nos convencieron a algunas de nosotras que necesitábamos una organización autónoma que pudiera emprender un programa feminista de mayor impacto en relación a la libertad de expresión de las mujeres. En las conferencias y ferias feministas de libros, hemos encontrado editoras y escritoras maravillosas de África, Asia y Latinoamérica que querían trabajar con temas de censura por género pero que no eran parte del PEN, como Mariella Sala, con quien me encontré en una Feria Feminista de Libros en Amsterdam en 1991. En 1994, tres de nosotras en los Estados Unidos constituimos la organización Women´s WORLD (World Association for Rights, Literatura and Development) y organizamos una reunión para su fundación con escritoras que incluían a Mariella y a otras de Ghana, Algeria, India y Filipinas. Nuestro primer proyecto fue escribir sobre la censura basada en el género y los cambios mundiales que publicamos en un folleto: El poder de la palabra: cultura, censura y voz que llevamos a la IV Conferencia Mundial de Mujeres – Beijing, 1995. Después de eso organizamos la primera conferencia mundial sobre la censura basada en el género que se realizó en Italia y comenzamos a trabajar en una estrategia. Debido a que nuestros recursos económicos eran muy reducidos se decidió trabajar asociándonos con organizaciones locales.

Entre los años 1996 y 2001, pudimos desarrollar proyectos compartidos y construir relaciones con mujeres de muchos países incluyendo Argentina, Ghana, India, Italia, Perú, Rusia, Sudáfrica, Uganda y los Estados Unidos. También tuvimos un programa internacional que consistió en la defensa de los derechos humanos de mujeres amenazadas, algunas publicaciones en diversos idiomas y una página web. Pero después del 11 de septiembre, fue casi imposible conseguir dinero para nuestra organización en los Estados Unidos y por ello nuestro trabajo se ha reducido. Igual nos hemos organizado para continuar con el trabajo de defensa. Les contaré un par de casos que ilustran las condiciones que enfrentan las mujeres escritoras de Sudasia y África.
Taslima Nasrin: Bangladesh
Como dije anteriormente, Taslima Nasrin tuvo que dejar su país, Bangladesh, en 1994 después que los fundamentalistas hicieran grandes manifestaciones pidiendo su muerte y que el gobierno cediera a la presión y tratara de encarcelarla por ofensas a la religión. En parte esto fue porque ella defendió a los hindúes cuando fueron atacados por los musulmanes en Bangladesh, pero en mucho también fue porque mostró los horribles maltratos a las mujeres y dijo que estos se basaban en las creencias religiosas. Ella es una militante laica. Fue al exilio en Suecia. Su hermana y su cuñado también fueron evacuados de Bangladesh por ser sus parientes cercanos. Ellos han venido a los Estados Unidos. Taslima no quiso quedarse en Suecia; ha viajado por Europa y Norte América, y aunque ha tenido problemas para escribir al comienzo, después de unos años ha comenzado a escribir nuevamente. Ha escrito las memorias de su infancia que son muy buenas y que han sido traducidas a muchos idiomas, pero algunas parte de ella ofenden a los musulmanes y por ello fue vetada en Bangladesh. Después ha escrito otra memoria sobre lo que es ser una escritora joven en el escenario de la literatura machista Bengalí. Fue muy abierta en los temas de sexo y dijo quién se acostaba con quién y habló del acoso sexual de los hombres viejos hacia los jóvenes. Las mujeres no hablan de estos temas en Bangladesh, India o Pakistán, así que dos escritores famosos la enjuiciaron por difamación y su libro fue vetado nuevamente tanto en Bangladesh como en la provincia de Bengalí Oeste en la India donde queda Calcuta. Ellos dijeron que lo habían vetado porque era ofensivo para los musulmanes pero en realidad era porque defendía la autonomía sexual de las mujeres y contaba historias de acosos y encuentros sexuales.

La mayor parte de los libros vetados a Talisma son los publicados en su propio idioma. Todavía se pueden conseguir porque se imprimen en ediciones pirata pero los que hacen esto simplemente están robando su trabajo pues ella no recibe regalías.

Taslima extraña mucho su cultura, su lengua y su familia. Entró clandestinamente a Bangladesh cuando su madre estaba muriendo, pero la prensa la descubrió, se desencadenaron motines y así tuvo que salir de su país nuevamente. No pudo visitar a su padre cuando estaba muriendo. Se enfermó de nostalgia por su país y decidió instalarse en Calcuta donde hablan su idioma, bengalí, aunque es parte de India. Alquiló un departamento allí y todo estuvo bien por un par de años. Después, en el último otoño, cuando ella iba a dar una conferencia en Hyderabad, en el norte de la India, un grupo fundamentalista musulmán organizó un ataque contra ella. Entonces los musulmanes de Calcuta organizaron una gran manifestación demandando que la expulsaran de India. El gobierno local de Bengalí Oeste liderado por una coalición del Partido del Congreso y del Partido Comunista, ambos laicos, podrían haber defendido su causa, pero había elecciones pronto y querían el voto musulmán. Entonces argumentaron que no estaba a salvo en Calcuta y la mudaron a Delhi, la capital.

En Delhi, el gobierno nacional puso custodia para protegerla, eso significó que estuvo con arresto domiciliario por siete meses. No la dejaron si quiera ver a sus amigos o a sus propios doctores e insistieron que dejara la India. No la querían deportar porque supuestamente el Estado es laico en India y no querían que pareciera que estaban apoyando a los fundamentalistas musulmanes. Por eso trataron de que ella saliera voluntariamente haciéndole la vida muy miserable. Hace un mes ella se enfermó por stress y su presión arterial subió tanto que estaba preocupada con perder la vista así que decidió salir. Pero tratará de volver.

Su caso ilustra la forma en que se expresa la censura en Sud Asia. Es organizada desde los grupos religiosos y políticos que presionan y organizan grandes manifestaciones y dirigen las amenazas. Como hay millones de pobres iletrados en todos estos países es fácil involucrarlos en las manifestaciones por unas pocas rupias, aunque algunas veces terminen muertos. El gobierno usualmente no protege a los artistas o escritores; ellos solo dejan todo en manos de los censuradores en las calles que los ponen fuera de circulación o eventualmente se ponen del lado de los censuradores religiosos. Y si los protegen, lo hacen callándolos como en el caso de Taslima.

Sara Mhkonza, Suazilandia
África sufre desde hace muchos años una crisis económica producida por la corrupción y la globalización, por ello hay muy pocos recursos para cualquier escritor, especialmente para las mujeres, que ocupan una posición subordinada de acuerdo a la cultura rural tradicional y solo algunas van a la escuela pocos años. Estos factores se potencian para crear una situación en la que se combina la censura política y la de género. Uno de los peores países para las mujeres es Suazilandia, un pequeño país con un millón de habitantes, completamente rodeado por Sudáfrica. Es una de las últimas monarquías absolutas en el mundo. La palabra del rey es la ley; no se permite ninguna oposición política y el país ha vivido en estado de emergencia por 31 años desde que el padre del actual rey suspendió la constitución en 1968. El rey gobierna de acuerdo a las creencias tradicionales, incluyendo la subordinación extrema de las mujeres. Una de las consecuencias es que el porcentaje de enfermos de SIDA es de 38%.

Me encontré con Sarah Mkonza, una escritora y profesora Swazi, en agosto de 1999 en la Feria Internacional del Libro en Harare. Ella se comunicó conmigo después por correo electrónico y se incorporó a la organización de mujeres escritoras. Formó un grupo de escritoras y consiguió una columna en un periódico para ellas; además tenía una columna propia en la que escribía historias sobre SIDA y violencia contra las mujeres. En el 2001, ella escribió una columna protestando contra una acción del rey que designó a su hermano jefe de dos pueblos; esto era una violación a la tradición, ya que los pueblos Swazi eligen a sus propios jefes. Su hermano expulsó a todos del pueblo para poder quedarse con sus tierras; sus soldados se los llevaron en camiones y los abandonaron en la selva sin comida, abrigo o transporte. Los niños ni siquiera pudieron terminar el año escolar. Hubo muchas protestas y Sarah escribió sobre ellas. Ella trabajaba como profesora de la Universidad, pero todo en Suazilandia es controlado por los conservadores y parientes el rey; existe una sociedad secreta de hombres al interior de la universidad para mantener a las mujeres en su lugar. Ella comenzó a recibir amenazas para que se mantuviera callada. Después su computadora portátil fue robada – era la computadora utilizada por el grupo de escritoras – y ella cree que fue la sociedad secreta la responsable del robo. Women´s WORLD le envió dinero para que compre una nueva computadora para que el grupo de escritoras pudiera continuar. Pero Sarah siguió siendo hostilizada en la universidad. Le negaron una promoción que todos sabían que era para ella. Simultáneamente varios de sus parientes fueron muriendo de SIDA y estuvo tan estresada que tuvo que tomar un descanso médico. Su departamento no designó a nadie para que la reemplazara en sus clases. Ella tenía 400 estudiantes que rodearon su casa culpándola y exigiéndole que mostrara sus certificados académicos. Tuvo una crisis nerviosa.

Más adelante, robaron su nueva computadora de mesa, en la que tenía todos sus trabajos; serrucharon la gruesa cadena de metal que la aseguraba al escritorio, extrajeron el disco duro y golpearon y arruinaron la máquina que fue abandonada en el campo cubierta de barro. Obviamente este no era un robo cualquiera, sino de censura. Sarah se sintió tan preocupada por la situación que se fue al campo a visitar a su madre; allí se enteró que su madre había sido amenazada por los escritos de ella; los hombres del rey la habían amenazado con quemar su casa, por lo que Sarah tuvo que trasladar a su madre a la ciudad.

En este punto, yo sentí que ella realmente tenía que dejar el país y le conseguí una beca a través de la Scholar´s Rescue Fund (Fundación de Rescate para Estudiantes). Vino a los Estados Unidos pidió asilo político y aunque tuvo algunos años de dificultades económicas, ahora parece que ha conseguido un trabajo enseñando lenguas africanas en Cornell. Después de años de luchar con la ansiedad y la depresión, ha comenzado a escribir de nuevo.

Estos dos casos muestran la importancia de una red global de trabajo que pueda ayudar a las mujeres escritoras cuando son obligadas al exilio y darles suficiente apoyo y aliento para que puedan continuar escribiendo.

(traducción: Josefa Nolte)

* Meredith Tax es escritora y activista política desde fines de los años sesenta. Fue miembro de Bread and Roses, uno de los primeros grupos socialista-feministas en Boston. Su ensayo publicado en 1970, Woman and Her Mind: The Story of Everyday Life, es considerado un documento fundante del movimiento de liberación femenina de los Estados Unidos. Participó activamente en el movimiento anti-bélico y de la izquierda de los años setenta y en el Chicago Women's Liberation Union. Desde 1976 vive en Nueva York. En 1977 fue co-presidenta fundadora del Committee for Abortion Rights and Against Sterilization Abuse (CARASA), que contribuyó a iniciar la Red Nacional de Derechos Reproductivos de Estados Unidos, de cuyo Comité Directivo formó parte.

Tax ha escrito el libro de historia, The Rising of the Women: Feminist Solidarity and Class Conflict 1880-1917 (1980; 2001); dos novelas históricas, Rivington Street (1982; 2001) y Union Square (1988; 2001), además de un libro con ilustraciones para niños, Families (1992; 1996) que fue censurado en 1993 debido a las críticas de la Christian Coalition por su enfoque no tradicional de la estructura familiar. Ha escrito también muchos ensayos políticos y literarios, entre otros, para la revista The Nation. En 1986, Tax junto con la célebre escritora Grace Paley iniciaron el American Center Women's Committee PEN. Más tarde, fue Presidenta fundadora del Comité Internacional de Mujeres Escritoras PEN. Desde 1994, es Presidenta de Women's WORLD (World Association for Rights, Literature and Development), una red global de libre expresión para escritoras feministas http://www.wworld.org que lucha contra la censura por razones de género.

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